Por Juan Jorge Faúndes Merino
Como lo anticipara la llamada
teoría del caos, según la cual “el aleteo de
una mariposa en Hong Kong puede desatar una tempestad en Nueva
York”, bastó que el gobierno chileno decretase un alza de los
pasajes del Metro, el tren subterráneo de Santiago, para que al cabo de seis
días de protestas paulatinas y crecientes, se desatara una sorpresiva explosión
social que no sólo se expresó en manifestaciones pacíficas como evasión masiva
de pasajes del tren y caceroleos, sino, el viernes 18, en la acción de grupos
radicalizados que levantaron barricadas en el centro y en los barrios,
incendiaron estaciones del tren, buses y edificios simbólicos como el de la
empresa nacional de electricidad (ENEL). Todo llegó a su clímax cuando Piñera
decidió cerrar la red de Metro, aplicar la Ley de Seguridad del Estado e
instaurar el estado de emergencia sacando al Ejército para controlar el orden
público. Un millón y medio de trabajadores santiaguinos debió irse a pie a sus
casas el viernes por la noche.
Pese a ello, el sábado 20 se
sumaron más ataques incendiarios a estaciones del Metro, buses, otro al
edificio de la Cámara de Comercio, así como saqueos e incendios a
supermercados, farmacias y bancos, entre otros establecimientos. A esas
alturas, el discurso de los ciudadanos se había amplificado en redes sociales y
otros medios, y la protesta ya no era sólo por el Metro, sino además por las
alzas del combustible, de las viviendas, la salud pública, los fondos de
pensiones, y, en general, la precarización de la vida para cerca del 70 por
ciento de los chilenos que ganan menos de cuatrocientos mil pesos (seiscientos
dólares) al mes y están altamente endeudados.
A tanto llegó la espontánea
insurrección ciudadana —de la que permanecieron al margen y en silencio los
líderes sociales más emblemáticos y los partidos políticos de oposición—, que
el presidente Piñera, por la tarde del sábado 20, se vio en la obligación de
ceder y anunciar la revocación del alza del pasaje en el Metro. “He escuchado
con humildad la voz de la gente y no tendré miedo a seguir haciéndolo, porque
así se construyen las democracias. He decidido suspender el alza del Metro, lo
que requerirá la rápida aprobación de una ley, hasta que acordemos un sistema
que proteja mejor a nuestros compatriotas!”, tuiteó a las ocho de la noche.
Poco antes, lo había anunciado en un punto de prensa donde agregó que para este
domingo 20 convocará a una reunión con las autoridades de los demás poderes del
Estado y concretará una mesa de diálogo para abordar “demandas tan sentidas
como el costo de la vida” y calificó de “días tristes y difíciles” los vividos.
El colofón del día sábado fue el anuncio hecho por el general a cargo de la
zona de emergencia, de un toque de queda entre las diez de la noche y las siete
de la mañana. Aún no es posible predecir qué seguirá ocurriendo.
En medio de la explosión social
y la militarización de la represión, fue inevitable que apareciera en la
memoria ciudadana el fantasma del golpe militar del 11 de septiembre de 1973 y
los 17 años de la dictadura militar de Augusto Pinochet.
Juan Jorge Faúndes, Periodista,
escritor, autor entre otros libros de Allende, crónica de una tragedia
anunciada (Ocean Sur, 2014).