Una magia vigente
Algunos lo hicieron después de muchas décadas. Volver a sentir el Lota
de los tiempos del carbón.
Esto fue, al visitar el Museo que recuerda la industria, con tanto
documento, objetos y fotografías que parecen retratar una fantasía. De poner
pie y recorrer de nuevo el aún fastuoso Parque Isidora, con sus verdes
exóticos, caminos de encanto y sus magníficos miradores. Y de llegar hasta
algunos rincones que aún huelen a carbón y a historia intensa.
Tal fue lo acontecido ayer jueves durante un recorrido del circuito
turístico Lota Sorprendente en que participó un grupo de periodistas que
integró la delegación de personas que, organizadas a través de la Unión Comunal
del Adulto Mayor de Concepción, llegaron en bus para respirar de nuevo en los
emplazamientos que dan testimonio de rica historia humana e industrial del
carbón. De sus grandes comunidades de mineros trabajadores, familias, de Matías
Cousiño y sus descendientes dinamizando fuertemente esta minería, con el costo
de un sacrificio extremo de varias generaciones, como lo relató el no menos
recordado Baldomero Lillo.
En el Museo sobresale la abundancia de utensilios y documentos gráficos
que atesoran una época en que el carbón incluso llegó a ser el pilar de la
economía de Chile en las primeras décadas del siglo pasado. Gran cantidad de
ilustraciones que trasladan instantáneamente para apreciar la dimensión
espiritual y modus vivendi de gentes diversas. Todo en una casona que los
lotinos de hace poco más de medio siglo reconocen ahí en la avenida que llega
hasta el Parque Isidora, como la residencia del gerente general de la antigua
Compañía Carbonífera e Industrial de Lota u otros muy altos ejecutivos. Como
por ejemplo, en los años 60, Francois De Mussy.
De paso un recuerdo o un téngase presente de la docena de Monumentos
Nacionales vinculantes que oficialmente
han sido consagrados. Entre ellos la Gota de Leche de Lota Alto o el Desayuno
Escolar, en Lota Bajo, donde escolares llegaban a disfrutar en los años 50 y
posteriores un jarro de leche caliente con un trozo de pan francés, desayuno de
entonces -que casi resultaba de excelencia- antes de comenzar la jornada en los
colegios.
El ambiente del Parque sugiere de por sí muchos otros tiempos pasados,
quizás en comunión con los actuales, adonde se llegaba a disfrutar de la
naturaleza, a conocer, a enhebrar algún juvenil romance o, como miles de
liceanos locales, a estudiar intensivamente preparando controles o exámenes de
estudio en las aulas.
El Chiflón del Diablo por su parte lleva a rememorar la médula del
trabajo minero desde el momento en que se bajaba por allí para llegar a arañar
el carbón y traerlo a la superficie. Aunque desgreñado, quizás reclamando por
una mejor restauración de la visualidad de sus elementos de superficie, el
Chiflón desde ya hace sentir la faena, como si todavía estuviera palpitando
allá abajo. Como cuando, recordaba uno de los viejos reporteros, muy niño fue
alguna vez a llevarle la vianda a su padrino que trabajaba como celador, o
vigilante o guardia como se dice hoy.
Un lugar de mucha historia en la Región del Bío Bío, Chile y el mundo.
Quizás a este respecto fue que Neruda una vez dijo que Lota era un nombre
conocido en todo el planeta.
Y un día de reconocimiento con el matiz de un almuerzo de los visitantes
en uno de los varios nuevos restoranes para turistas, como el Rincón del
Minero, para hacer un alto y confraternizar.
No cabe duda que los miembros del Club del Adulto Mayor de
Periodistas y Amigos de la Prensa de Concepción que estuvieron ayer en
Lota, como los visitantes de las organizaciones análogas, regresaron con su
cabeza llena de historias y recuerdos que volvieron a vivir.
Sí, la magia del carbón y de su presencia industrial durante cerca de un
siglo y medio sigue viva. A través de la evocación de toda esa febril actividad
de duros hombres y de la presencia de toda la materialidad generada de diversas
formas en los tiempos de vigencia y esplendor de las minas.
Hermoso volver a vivir esta magia.
Remijio Chamorro Rodríguez
Periodista