*Escrito por: Rocío Alorda, presidenta Colegio de Periodistas de Chile y Carolina Montiel, periodista experta desorden informativo y discurso de odio. Coordinadora de la Guía de verificación de noticias en medios digitales (CCD, México).
Difusión de información falsa, proliferación de datos sin contexto y medias verdades, lo cierto es que la región latinoamericana se ve atestada de campañas de desinformación que accionan sobre gobiernos, organizaciones sociales, campañas de prevención de salud y/o procesos electorales, entre otros aspectos.
Si bien es probable que el desorden informativo se perciba más durante situaciones de coyuntura noticiosa, lo cierto es que la desinformación deja huellas que pueden tener larga vida dentro de la ciudadanía.
En las actualidad, todas las personas estamos expuestas a una gran diversidad y cantidad de opiniones, datos y todo tipo de información: desde los últimos avances en materia de salud relacionados con la pandemia de la COVID-19, pasando por las efectos del cambio climático hasta los datos del transporte que nos ayudan a decidir a qué hora salimos de casa.
La velocidad con la que se transmiten y nos llegan esos grandes volúmenes de datos origina, en la ciudadanía en general, significativas dificultades para clasificar la calidad de la información que reciben. Esto sumado a la creciente polarización en la opinión pública es un caldo de cultivo para la proliferación de desórdenes informativos tales como la difusión masiva de noticias falsas y contenido relacionado a ellas como los rumores, las conspiraciones y/o la información sesgada. Numerosos estudios dan cuenta de que entre las principales consecuencias estos desórdenes influyen en las percepciones de las personas y pueden debilitar la confianza en instituciones como los medios de comunicación y organismos prestigiosos de la ciencia, por ejemplo.
La desinformación en Chile
En el año 2022 el Servicio Electoral (Servel) entregó 202 denuncias vinculadas a noticias falsas que resultaron de un 23% del total de las acusaciones recibidas durante el último proceso eleccionario (la cifra llegó a 863)1. Este es un dato que aporta CIPER y se trata de un ejemplo que muestra claramente el vacío legal que existe en el país debido a que en la actualidad no existe normatividad que sancione el uso de la desinformación en campañas electorales. Al mismo tiempo, la misma organización detectó una serie de anuncios tanto gráficos como radiales que fueron costeados por diferentes espacios o asociaciones civiles y que contenían información errónea sobre la última propuesta constitucional.
Por su parte, los resultados entregados por el índice de Chapultepec sobre libertad de expresión que evalúa a 22 países de América, muestran que Chile bajó 4 puestos y se instaló en el número 6 en la categoría de “bajo en restricciones a la libertad de prensa”, donde también se encuentran países como Paraguay, Estados Unidos y Costa Rica. El informe establece que una de las amenazas que enfrenta el país son las fake news, por lo fácil y rápido que se viralizan y llegan a los ciudadanos que no tienen cómo comprobar la veracidad de la información que reciben.
Para combatir la información errónea han surgido en Chile y el mundo los verificadores de noticias o Fact Checkers, quienes tienen la función -en líneas generales- de clasificar cierta cantidad de información y/o información específica y de coyuntura. El trabajo realizado es una de las maneras que ha surgido desde las universidades, medios de comunicación y/o organizaciones civiles para combatir el desorden informativo. Sin embargo, son los medios de comunicación y la prensa los principales llamados a realizar una labor informativa certera y con altos índices de veracidad de modo que logren disipar informaciones de fuentes dudosas o desconocidas.
¿Esto es suficiente? No.
Es importante destacar que no todo contenido es verificable, ya que hay piezas de información —como opiniones o proyecciones sobre el futuro— sobre los que no se puede hacer un chequeo o verificación. Además, las noticias falsas suelen difundirse mucho más rápido que las desmentidas o aclaraciones.
Distintas organizaciones e incluso gobiernos, han decidido avanzar contra el desorden informativo mediante el desarrollo de programas de alfabetización mediática e informacional. Las mismas tienen la intención de promover las habilidades de alfabetización de los medios de comunicación y de las tecnologías. Para la Unesco, «[…] capacita a los ciudadanos para que comprendan las funciones de los medios de comunicación y de otros proveedores de información, evalúen de forma crítica su contenido y tomen decisiones fundamentadas como usuarios y productores de información y contenido mediático»2.
De hecho, el reciente informe “Más amplitud, más voces, más democracia” elaborado por la Universidad de Chile, Universidad de La Serena y la Universidad La Frontera que entrega recomendaciones sobre la situación de las comunicaciones en el país, propone el desarrollo de un plan nacional de educación mediática, tal como lo expresa Unesco, de modo que la ciudadanía cuente con herramientas para relacionarse de forma positiva con los medios de comunicación y valorar el trabajo periodístico.
Entonces, la efectividad de las distintas acciones de verificación podría combinarse con ciudadanos y ciudadanas conozcan y comprendan los derechos de la vida digital y de los medios de comunicación. Una ciudadanía capaz de reflexionar, aprender y debatir sobre el fenómeno de la desinformación que afecta a la vida en democracia.
Febrero 2023
Resulta muy curioso, por decir lo menos, que no se haya mencionado los flagrantes casos de desinformación desde los medios de comunicación "oficiales", como:
ResponderBorrar1) El Covid, su naturaleza real como falsa pandemia, las inyecciones forzosas (pseudovacunas), el encierro acientífico amparado en directrices sanitarias arbitrarias. En este gran tema, la prensa chilena, en general, y el Colegio de Periodistas, en particular, estuvieron en silencio total al servicio de los poderes oscuros que hoy ya sabemos de dónde vienen (Pfizer-Von der Leyen y otros meganegociados), pero que todaví anadie se atreve a decirlo. En su tiempo, quien se oponía a la locura pandémica era satanizado o desacreditado de manera simplona como "antivacunas" o "conspiranoico". Resultó que ese tipo de personas (muchas desaparecidas en extrañas circunstancias) tenían razón.
2) La operación Especial Militar de Rusia en Ucrania. Hasta la fecha, no he visto ninguna declaración del Colegio que -al menos- reconozca el origen del conflicto que los poderes fácticos de los EE.UU y sus subordinados jan silenciado en Occidente: el golpe de Estado propiciado por el país sin nombre y la puesta de un gobierno títere con un gran apego a los valores neonazis. Durante 8 años el ejército ucraniano bombardeó a la población civil del Donbás y, a pesar de las periódicas violaciones de los DD.HH, incluso documentadas en The Human Right Watch (el últino informe debió re escribirse por presiones de los EE.UU), jamàs nadie se ha pronunciado sobre el hecho que la federación de Rusia intervino para proteger a esas repúblicas asoladas por Zelenski y, a la vez, frenar la descarada aproximación d ela OTAN a la frontera rusa.
Quien ha osado, en estos últimnos 2 años en tratar de decir la verdad histórica, ha recibido el calificativo de "amigo de Putin" o "prorruso", como parte de la misma mecánica de desinformación que hasta hoy tienen los medios "oficiales".
3) El genocidio en Gaza, el más aberrante crimen de lesa humanidad perpetrado por un Estado contra civiles (vecinos), que ha costado la vida de más de 20.000 personas (10.000 de ellos son niños), ha corrido la misma suerte que los 2 temas anteriores, La prensa calla vergonzosamente sobre esta realidad incómoda, prefiriendo mostrar (en el mejor de los casos) cifras que deshumanizan el conflicto. Quien osa mencionar el tema es censurado y catalogado como pro Hamas o pro terrorismo; siendo que lo único que está en peligro real es la vida de millones de desplazados que actualmente son invisibles para los medios de Occidente.
Cuando se trata de hablar de "desinformación" desde el mundo de los medios "oficiales", y se procura normar contra la proliferación de información libre de los ciudadanos que -mediante plataformas informales- desean mostrar lo que efectivamente ocurre, se va en un viaje sin retorno a una dictadura que impide una voz disidente en "nombre de la democracia"; pero vulnerando abiertamente los valores democráticos a la libertad de expresión y de información.
En Europa, Borrell ha aplaudido la norma que prohibe medios disidentes a los criterios políticos europeos (RT, Sputnik e incluso X y Telegram), con el argumento de proteger la libertad de expresión. Es decir, una locura nacida de un poder investido no de la democracia, sino de una elite política que decide qué es verdad y qué es mentira (como la Eurocámara).
Espero que, más allá de mirarse el ombligo con temas minúsculos como el de los nuevos dogmas políticos del estilo género, o feminismo sobredimensionado, el Colegio atienda a los grandes asuntos que nos pasan por encima como ciudadanos.
Saludos.
Claudio Díaz Martínez
La verdad es que la región latinoamericana está siendo afectada por campañas de desinformación que tienen un impacto en los gobiernos, las organizaciones sociales, las campañas de prevención de enfermedades y/o los procesos electorales, entre otras cosas.¡Gracias por compartir tu experiencia! ¡Sigue haciendo una excelente labor! Continuar compartiendo. Feel free to visit my website.
ResponderBorrarFairfax Virginia DUI Lawyer
The article provides valuable insights into the menace of misinformation. It highlights the importance of discerning truth from falsehood in today's digital age. This piece serves as a timely reminder for the critical role of journalism in combating misinformation. Kudos to the author for shedding light on such a crucial issue.
ResponderBorrarOrden Protección Nueva Jersey
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La desinformación es sin duda un enemigo que debemos combatir. Con información precisa y veraz, podemos fortalecer la toma de decisiones informadas y proteger la integridad de la sociedad. Es fundamental promover la alfabetización mediática y la crítica constructiva para contrarrestar este desafío en la era digital.
ResponderBorrarNew York No-Fault State Divorce
Disinformation has emerged as a formidable threat to democracy, silently eroding trust in institutions, distorting public discourse, and undermining informed decision-making. In an era where information spreads rapidly through digital platforms, the deliberate dissemination of false or misleading information has the potential to manipulate public opinion and sway electoral outcomes. This insidious practice not only fosters polarization but also jeopardizes the very foundation of democratic governance by exploiting vulnerabilities in media literacy and amplifying societal divisions.
ResponderBorrarcharlottesville auto accident lawyer