Por NodalCultura
Javiera Olivares fue elegida en 2014 presidenta del colegio de periodistas de Chile. Es mujer, es joven y es comunista. Aunque ni la cuestión de género, ni de edad, ni ideológica debiera ser una marca a observar pues nos habla de nuestros prejuicios, su elección no solo ha marcado un cambio radical en la conducción de su organización, sino que ha despertado las reacciones más enconadas en los medios de prensa de los oligopolios chilenos.
Formada en la Universidad Católica de Chile, Olivares trabajó como periodista en diferentes medios de su país, como también en TeleSur. Su visión política sobre el rol de los medios de comunicación, la necesidad de políticas públicas que regulen y fomenten su funcionamiento y sobre el estado de la propiedad de los mismo en el presente chileno, le permite llevar a cabo una gestión que se focaliza en lograr modificaciones constitucionales que sean el marco en el que se pueda establecer una ley de medios democrática.
En la entrevista con NodalCultura no dudó en afirmar que el escenario presente de los medios de comunicación en Chile es antidemocrático y que el Estado, incluso en el período post dictatorial, ha sido gestor de un modelo de concentración que hoy es enemigo del proceso de transformación que reclama el conjunto del pueblo chileno.
Participó recientemente en Argentina de un encuentro latinoamericano de comunicación popular ¿qué es lo que conversaron allí y que cuestiones en común han encontrado entre los participantes de los distintos países?
El encuentro nos ha permitido arribar a varios sentidos comunes. Uno de ellos es que desde las distintas perspectivas, lo académico, lo gremial, los movimientos populares, compartimos la conceptualización respecto de la libertad de expresión o el derecho a la comunicación, como un derecho humano, como un derecho colectivo que debe ser garantizado. Debe ser garantizado con la existencia de medios públicos, de propiedad estatal por un lado, con la regulación de los medios privados por otro, y en tercer término con fomento y fortalecimiento del tercer sector de las comunicaciones: el comunitario o local, el sector popular con sus diversas denominaciones, que no tiene fines de lucro ni pertenece al estado.
Suele sostener que no solo importa el derecho a comunicar, sino también el derecho de pueblo de acceder a la información ¿Cuál es la diferencia entre estos dos derechos que pone en juego al hablar de los marcos legales de la comunicación?
Yo creo que la segunda acepción desgraciadamente, quedó atrapado bajo la cobertura de un modelo neoliberal. Quienes creemos en un modelo de equidad, creemos en la igualdad de acceso a determinadas garantías para todo ser humano, y la comunicación, el derecho a acceder a las expresiones de la diversidad de una sociedad, de una comunidad, de un pueblo, es parte de los derechos que tenemos. Acceder a informaciones diversas, independientemente de cuál te guste más o cuál te guste menos, te permite indirectamente acceder a otros derechos. En la medida que estás mejor informado, que accedes más equitativamente a la información diversa, puedes conocer que tienes otros derechos y puedes exigirlos, debatir sobre ellos, interpelarlos. Es por ello que a pesar de que parece un derecho de segundo orden, el derecho de acceso a la información es de suma importancia. Debatir que rol tiene en la coyuntura y con las tensiones que las democracias de nuestros pueblos están viviendo hoy día, es de suma importancia. Esta es una discusión ideológica, a pesar que en nuestros países han tratado de llevarlo al terreno de lo técnico. Intentaron que sea un debate solo para periodistas, para expertos en comunicación, y en realidad es una discusión profundamente política e ideológica. Tiene que ver con como los Estados están enfrentando ya no armas de grueso calibre o tanquetas, sino el arma fundamental que representa la hegemonía de la palabra, del discurso. Esto interfiere claramente en procesos que intentan profundizar la democracia. Entonces ¿cuál es el rol del periodismo? ¿Cuál es el rol de los propietarios de los medios? ¿Cuál es el rol del Estado? Son parte de las discusiones que hemos dado en el encuentro y que para los chilenos es un tema extremadamente vigente y urgente en nuestra democracia.
Mirando la política y los medios chilenos, podemos pensar en dos procesos que se están dando en paralelo y que parecen no tener relación directa, pero nosotros entendemos que si la tienen. Por un lado se está intensificando el reclamo de justicia por los casos de las violaciones a los derechos humanos cometidos durante la dictadura y por otro lado se está comenzando a cuestionar a los propietarios de los medios en función el poder que detentan en la sociedad chilena. Estos procesos que aparentemente son paralelos ¿tienen para usted alguna relación política?
Absolutamente. No solo creo que tienen una relación, creo que son parte de la misma problemática. Tengo el convencimiento que los procesos de transformación no son estáticos, son móviles, tienen tensiones, tienen una lógica dialéctica de funcionamiento. En este caso, la tensión entre tiempos históricos diferentes y la continuidad en materia de la propiedad de los medios de comunicación, son dos caras de la misma moneda. Pese a lo que uno pudiese esperar, los medios de comunicación antes del gobierno de Salvador Allende, durante el gobierno de Salvador Allende, post golpe e incluso en los primeros años de la transición, eran medios mucho más diversos de lo que son ahora. Lejos de avanzar en pluralidad, avanzamos en concentración. Peor aún, cuando vemos quienes son los que están detrás de esos medios de comunicación, vemos que son quienes fueron los “brazos armados” de Pinochet en la hegemonía discursiva. Son quienes montaron aparatos comunicacionales, quienes construyeron mentiras. Son ellos los que hoy día detentan la propiedad de los medios de comunicación, después de un proceso de concentración que se dio incluso durante la democracia. Entonces no es una discusión nostálgica, que mira al pasado de modo romántico, sino es una construcción de memoria que tiene perspectiva de presente y de futuro. Estamos en un país donde Agustín Edwards es propietario del 80% de los medios impresos y es quien se reunió con Henry Kissinger para conspirar contra un presidente democráticamente electo. Discutir de esto es algo que nos está faltando mucho en Chile. No solo discutirlo entre los “expertos” en materia de comunicación. Esto se tiene que debatir en un café, en una junta de vecinos, en un sindicato, en la academia. De modo que este tipo de situaciones nos interpela a insistir en este tipo de discusión, porque es urgente.
Mencionó que Edwards es dueño del 80% de los medios impresos y eso impresiona sin mucha más explicación. Sin embargo nos gustaría que nos haga una breve descripción del estado de la propiedad y circulación de los medios en Chile
El Estado en Chile ha tenido una actuación muy pobre en materia comunicacional. Si revisamos declaraciones de voceros de gobierno de los primeros años de la transición pactada, vemos que decían que la mejor política pública de comunicación es no tener política pública de comunicación. Eso es una política, es abandonar el derecho humano de la comunicación a la mano del mercado. Es una definición ideológica y favoreció el proceso de concentración. En la prensa escrita hay un duopolio, dos grandes conglomerados donde el de los Edwards es el más importante a nivel de propiedad nacional de medios. En televisión tienes un oligopolio con una sobre representación de la propiedad privada, pues hay solo un canal público, que es público entre comillas. Tuvimos televisión pública que partía de canales universitarios, pero hoy día ya no los tenemos. Han sido vendidos a privados. La Universidad de Chile, la más importante universidad nacional vendió la mayor parte de su paquete accionario a una transnacional como Time-Warner. En la radio nos encontramos con una dinámica similar, oligopolios con sobre representación privada, donde una transnacional española tiene entre el 40 y el 45% del mercado. Las radios comunitarias no tienen prácticamente espacio y en muchos lugares todavía son criminalizadas por el Estado. A todas luces no solo es un escenario altamente concentrado, sino que va en contra de todo lo que los organismos internacionales definen como necesario para poder garantizar este derecho humano. Es un escenario antidemocrático.
Yo creo que es injusto decir que esto es solo culpa de la dictadura. Hay una responsabilidad de los gobiernos que vinieron después y que hasta el día de hoy no han tomado medidas reales y profundas sobre el caso. Recién hoy día con este gobierno vemos un programa que, tímidamente, incorpora estos temas. Tímidamente habla de distribución equitativa del espectro radioeléctrico, tímidamente habla de financiamiento directo del Estado a Televisión Nacional de Chile, tímidamente habla de un canal cultural. El tema está comenzando a hablarse y eso es un avance. La cuestión es si habrá voluntad política de aplicar un programa de este tipo, en medio de dificultades que existen por otras reformas que están siendo vapuleadas por los dueños de la palabra en Chile. Es un círculo vicioso que si no hay voluntad política va a ser muy difícil salvar.
Ha participado como presidenta del colegio de periodistas de reuniones con el gobierno para avanzar con estos temas en el proyecto de una nueva constitución ¿qué tan posible es llevar a un nuevo modelo constitucional el reconocimiento de estos derechos en materia de comunicación?
Creo que es no es fácil, pero la historia nos muestra que los pueblos han alcanzado sus derechos cuando se articulan, cuando se organizan, cuando resisten. El pueblo chileno está en la resistencia. El pueblo está organizándose. La coalición de gobierno actual surge un poco a propósito de la interpelación que las masas hicieron en las calles por el derecho a la educación, por una nueva constitución, por reformas laborales que permitan el derecho a huelga, cosas tan esenciales y básicas que en Chile no las tenemos garantizadas. El pueblo está más movilizado y este contexto obliga de algún modo a que el Estado piense que para hacer una reforma, tiene que contar con una ciudadanía participante. En el ámbito de las comunicaciones, que entre esos temas no parece de primer orden, nosotros estamos en la lucha. Tratamos de articularnos primero como periodistas, pero también con otros actores sociales. Por eso estamos trabajando con el mundo de la comunicación popular, con el mundo de los derechos humanos, con los gremios. Creo que el debate constituyente que ha sido anunciado nos abre una ventana. No nos abre las anchas puertas de una ley de medios de aquí a mañana, pero si nos abre una ventana que garantiza derechos. La nueva carta magna va a garantizar nuevos derechos y uno de ellos es el de libertad de expresión y el derecho a la comunicación. La constitución dictatorial dice que solamente los monopolios estatales son los que están regulados por ley, lo que es absurdo pues Chile no tiene medios estatales. Nosotros creemos que la nueva constitución tiene que venir a regular los monopolios y oligopolios privados, que son los preocupantes en nuestro país. Creemos que la nueva constitución podría establecer la necesidad de establecer un cuerpo de ley que aglutine la diversidad que tenemos en Chile en esta materia. Serían avances muy revolucionarios para nosotros.
Hay en Chile una diversidad geográfica, económico social, de identidades, de lenguas y una desigual de distribución de la riqueza y el poder, como en la mayor parte de nuestros países. ¿Cómo considera que se debe pensar un modelo de comunicación capaz de articular esta diversidad y estas relaciones desiguales de poder?
Lo primero es que debe haber una voluntad cierta de descentralizar. Hace poco se constituyó una comisión presidencial sobre descentralización en Chile de la que también participamos y donde entregamos nuestras propuestas. Está comisión planteó en su síntesis la necesidad de tener fomento para medios regionales. No es casual que El Mercurio tenga la propiedad de los distintos medios regionales. Eso es porque se ha dejado al arbitrio del mercado el destino de esos medios regionales. Obviamente eso no está bien. Cada región, cada diversidad, tiene realidades distintas. El mundo de los mapuches, de los aymaras, el universo de la Patagonia o  los de los mineros del norte, tienen una riqueza en su diversidad que no puede dejar de ser vista a la hora de fomentar a quienes buscan ser voces de la ciudadanía. Tiene que haber cuotas de fomento que no solo tiene que promover, sino garantizar esta diversidad en los medios. También debe haber una promoción especial para los pueblos indígenas. En 2010 hubo muchas explosiones sociales, anteriores a la gran movilización de estudiantes en 2011. Entre ellas una huelga de hambre mapuche que fueron como 70 días. Los medios de comunicación masivos se negaron a dar esa noticia y se resistieron durante mucho tiempo. Los que terminaron obligando y denunciando fueron los medios alternativos y populares de la zona mapuche. Si con las dificultades que tenían y tienen para funcionar pudieron quebrar ese silencio de los medios masivos, imagina todo lo que pueden aportar a la democracia si tuvieran fomento, regulación y cuidado.
Es muy joven y mujer, la primera en ser presidenta del colegio de periodistas de Chile ¿Tiene esto algún valor simbólico en este momento de la historia política de Chile?
Yo quisiera creer que si (risas) Pienso que casi con sesenta años de historia, esto no habla muy bien de la equidad de género del gremio. Tampoco lo veo a la hora de tener reuniones con otros dirigentes sindicales u otras organizaciones, donde generalmente soy la única mujer sentada en la mesa. Pero creo que se avanza. Me siento honrada en ser la primera mujer y representar un cambio etario en el gremio. Pero también me siento orgullosa de tener una representación política que he hecho pública siempre y de manera honesta y haber sido electa igual. Pasaron 43 años para que vuelva a ser elegido un comunista dirigiendo la organización y este pequeño símbolo cultural habla de una mayor democratización y de una avance en ese sentido del pueblo chileno. Eso me parece muy bueno y me hace sentir muy bien en lo personal.
Fuente: NodalCultura